Al conmemorarse 152 años de la muerte del Mariscal Ramón Castilla, tal vez el mejor presidente del Perú, queremos revelar un pasaje de la historia casi desconocido, referido a su frustrado velatorio en la Iglesia Matriz de Chorrillos, su amado balneario, donde vivió y por el que hizo mucho. Esto es parte de algunas investigaciones históricas del Instituto Chorrillano de Medios de Comunicación y Archivos (ICHMA) y que hoy les damos a conocer.
A Castilla lo sorprendió la muerte a los 70 años, dirigiéndose a Arequipa para iniciar una nueva causa revolucionaria. Eran las 7 de la mañana del 30 de Mayo de 1867, cuando en las pampas de Tiviliche, Tarapacá -en ese entonces parte de Moquegua-, Castilla perdió las fuerzas y cayó desfalleciente del caballo, pronunciando como últimas palabras: “Señor, un mes más de vida y habré hecho la felicidad de mi Patria”.
Los restos del “Libertador de los Esclavos” fueron conducidos por sus subalternos a la Hacienda Tiviliche y colocados en una tosca caja de madera, que luego trasladaron al puerto de Pisagua, de donde los recoge la nave “Meteoro” y los lleva a la ciudad de Arica, para ser depositados en el cementerio de la Iglesia Parroquial.
AL PUERTO DE CHORRILLOS
Los restos de Castilla quedaron en Arica un año, hasta que el 13 de abril de 1868, el Presidente interino del Perú, el General Pedro Diez-Canseco (hermano de la esposa de Castilla, doña Francisca Diez-Canseco y Corbacho), emitió un decreto publicado en una Edición Extraordinaria del Diario “El Peruano”, para que los restos del Ilustre Mariscal se trasladen de Arica al puerto de Chorrillos, donde se organizaría un majestuoso homenaje.
El decreto daba cuenta, que previamente, partirían de Chorrillos a Arica, una Comisión especial de personajes notables y los buques de guerra “Independencia”, “Huáscar” y “Tumbes”; dicha comisión, según el documento, “se dirijirá a la iglesia parroquial a recibir el cadáver, con las formalidades que comprueben su identidad, en presencia… de las autoridades… que se trasladarán anticipadamente al lugar de la ceremonia… en traje de luto”.
“Verificada la entrega y colocado el cadáver en el ataúd que se tiene dispuesto, quedará depositado en la Iglesia Matriz (de Arica) con todas las solemnidades religiosas y honores militares”… “Al día siguiente, se celebrarán las exequias, el cadáver acompañado del cortejo… con los honores que tocan al Presidente de la República…”. “Terminadas las exequias, el cadáver acompañado del cortejo será conducido al muelle y… zarpará… rumbo a Chorrillos”, detalla el decreto.
VELATORIO EN IGLESIA MATRIZ
Se precisa además que, fondeados los buques en la caleta de Chorrillos, desde tierra se dispararán cinco tiros de cañón en señal que se inicia el duelo. Entonces, el Prefecto de Lima y otras autoridades se embarcaran para colocarse al costado del buque “Independencia” y acompañar la embarcación que conducirá los restos de Castilla hasta el muelle de Chorrillos, en donde el Ministro de Culto los recibirá con los honores de mar y tierra, para conducirlos a la Iglesia Matriz de la Villa.
El féretro permanecerá en el templo principal del balneario hasta el día siguiente, para que los chorrillanos puedan velar los restos de su vecino y benefactor, mientras continúen los honores por mar y tierra. “Después de las exéquias, los restos serían conducidos… a la estación del ferro-carril, y de allí… a Lima en un tren especial, debiendo acompañar al carro mortuorio, la Comisión y todas las autoridades del Departamento”, agrega la norma.
Finalmente, que el cortejo fúnebre llegará a eso de las dos de la tarde a la estación del tren de la capital, desde donde formarán dos largas filas de soldados hasta la Iglesia del Sagrario; allí recibirá los honores de la alta jerarquía política y eclesiástica del país, hasta su entierro en el Presbítero Maestro.
Como se verá, el anuncio de la llegada de los restos de Castilla a Chorrillos causó gran revuelo entre la ciudadanía y todos comenzaron a embellecer la ciudad para recibir a la nutrida cantidad de visitantes que se esperaba para aquellos días.
EL TREN A DISPOSICIÓN
La efervescencia era tal que la Empresa del Ferrocarril de Lima a Chorrillos publicó en el diario “El Peruano”, del 1° de Mayo de 1868, su acuerdo del 17 de abril del mismo año, en el que ceden gratuitamente los coches que sean necesarios para trasladar a la comitiva que acompañe el acto fúnebre y los que sirvan para la conducción de los restos del ilustre personaje.
“En los años de 1848 y 1856 –señala el documento-, el Supremo Gobierno del Perú, a cuya cabeza se encontraba entonces el Gran Mariscal Castilla, decretó la inauguración de los ferrocarriles, primeros en el Perú; la Empresa que representamos, no lo olvida Excelentísimo Señor, y aprovecha esta dolorosa ocasión para manifestar, aunque en pequeña parte, la gratitud al hombre de Estado que impulsó los intereses materiales del país y acogió benigno la solicitud de los empresarios”.
El documento está dirigido a Antonio G. de la Fuente, ministro de Estado en el Despacho de Gobierno y firmado por los empresarios de la empresa ferrocarrilera Juan Matthison y Alfredo Róhl.
DESTACADO VECINO
El cuerpo inerte del Libertador se despediría entonces, del pueblo chorrillano que tanto quiso. La vivienda de Castilla en Chorrillos, que habría estado ubicada en las primeras cuadras de la actual Av. Olaya y que fue destruida por completo durante la incursión chilena del 13 de enero de 1881, fue el escenario de múltiples reuniones políticas de la época y donde se fraguaron conspiraciones que hoy forman parte de nuestra historia.
Al gran Mariscal le gustaba salir a caminar por el primer malecón que mandó construir a mediados de 1850, así como reunirse con amigos para animar unas partidas de su entretenimiento favorito de cartas, “el Rocambor”, basado en estrategia militar y jugado con la baraja española.
El gran Mariscal insufló vida a la Villa reconociéndola como Distrito el 2 enero de 1857, dándole el ferrocarril Lima-Chorrillos (1858) y ordenando elaborar el primer plano oficial diseñado por el ingeniero francés Antoine Dupard, en 1859, entre otras importantes obras que realzaron la prestancia del balneario.
En breves palabras, se reconoce a Ramón Castilla, a nivel internacional, por el fin de la esclavitud en 1854; la redención del indio, al abolir el tributo indígena y los mayorazgos; por la ley de libertad de prensa; por la revolución del transporte con la creación del ferrocarril; que impulsó la navegación a vapor; que modernizó el ejército y la fuerza naval peruana; que propició el alumbrado a gas, el agua potable y el telégrafo; además de construir iglesias, hospitales, mercados, caminos y puentes a lo largo del territorio patrio, entre otras obras.
PERO LOS RESTOS SE FUERON AL CALLAO
Hasta junio de 1868 todo hacía suponer que de esta forma se cumplirían las exequias del Libertador Ramón Castilla, pero todo cambiaría hasta el 20 de julio de 1868, fecha en que llegan los restos de Castilla directamente al puerto del Callao, para ser conducidos en un tren especial hasta la estación de San Juan de Dios y de allí son llevados a la Iglesia del Sagrario, donde se realizan las honras fúnebres eclesiásticas.
No hemos podido encontrar algún decreto oficial que modifique el que ordenaba traer los restos de Castilla a Chorrillos. Lo cierto es que para el día en que llegó el féretro al Callao, Diez-Canseco se encontraba en los últimos días de su gobierno, que atravesaba grandes problemas económicos y que incluso había tenido que pedir préstamos de las cajas consignatarias del guano.
Además, en el Congreso de 1868 hubo muchos anti-castillistas que no veían con buenos ojos que se hiciera un grandioso homenaje póstumo con honores de Presidente de la República a Castilla y hacían lo posible por bajar un poco los ímpetus y que queden en el olvido las grandes obras del gran Mariscal.
Otro elemento político de la época que podría haber hecho modificar el programa oficial inicial de homenaje póstumo a Castilla fue que en julio de 1868 el Perú ya estaba en elecciones generales y el favorito para hacerse de la presidencia era José Balta, quien ganó las justas y asumió el 2 de agosto de 1868, a los trece días de la llegada del féretro al Callao.
En ICHMA seguimos investigando para dar a conocer el verdadero desenlace de este pasaje histórico que le jugó una mala pasada a los chorrillanos, el mismo que de haberse realizado hubiese sido un homenaje justo a la medida y como le habría gustado al propio Mariscal Castilla, quien encontró al pie del Morro Solar su verdadero amor por la Patria.